En este país, los humoristas se mueren muy jóvenes, los que nos hacen reír se van pronto, en cambio los políticos, los que roban y hacen sufrir, son eternos”, así definió el actor Enrique Pinti ante la noticia de la muerte sorpresiva de Jorge Guinzburg.
La historia parece repetirse: a los 58 años, en su mejor momento profesional, el creador de “La Noticia rebelde” falleció sorpresivamente y dejó una sensación de vacío entre sus amigos, colegas y seguidores.
A pocos días de haberse cumplido 20 años de la muerte del gran bufo, Alberto Olmedo, el pasado 5 de marzo, Guinzburg puso nuevamente en el primer plano las prontas desapariciones físicas de los personajes que en la TV hacen humor con reconocimiento popular.
El “Negro” Olmedo falleció en 1988, cuando tenía 54 años y gozaba de una aceptación del público irrepetible, con éxitos en sus obras teatrales y el programa de mayor rating de la TV nacional con “No toca Botón”.
El actor rosarino murió en un penoso accidente cuando cayó desde un piso undécimo en un edificio de Mar del Plata, cuando estaba con su mujer , Nancy Herrera.
Un año después, el 20 de julio de 1989, a los 60 años falleció de un ataque al corazón, Juan Carlos Altavista, el creador del inolvidable “Minguito”, otro genio del humor televisivo de Argentina.
El actor, quien ya había logrado su popularidad en “Polémica en el Bar” y en varias películas con Juan Carlos Calabró, tenía en ese momento un ciclo televisivo de mucho “éxito” donde por primera vez era la estrella absoluta.
En 1996, con 68 años, una enfermedad terminal fulminante se llevó a Tato Bores, “el gran actor cómico nacional”, quien llenó de humor la televisión argentina durante tres décadas.
La muerte de Tato llegó en el momento que gozaba de uno de sus tiempos de más prestigio, con ciclos especiales que lograban la participación de las personalidades más destacadas del espectáculo y la cultura nacional.
No hace mucho, una persona que era muy entrañable a Guinzburg, el periodista y humorista, Adolfo Castello falleció a los 64 años, también en un momento destacado de su carrera profesional.El ex socio del conductor de “Mañanas Informales” blanqueó su enfermedad y le hizo frente durante mucho tiempo, en una batalla desigual que no pudo superar.
Castello era un reconocido humorista que gozaba del respeto de muchos seguidores que lo hacían a través de sus programas de radio y en los medios gráficos.Los bufos que dibujan una sonrisa en los tiempos difíciles duran poco y casi siempre quedan sus grabaciones, sus tapes, sus escritos, la memoria de la gente y el humor imborrable que no se olvida fácil.
ROB/
martes, 18 de marzo de 2008
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