miércoles, 30 de abril de 2008

LA ENGUA FILOSA DE MIRTHA ESTA MEJOR QUE NUNCA


La Dama regresó y no defraudó. Primero por casi cuadragésima vez anunció que este es “el último año de los almuerzos”, luego se emocionó como otros tantos debut con sus recuerdos y confirmó otro ejemplo de su actitud superadora: “Ya no me enojo con nadie”.
Con este perfil de dominio absoluto de la escena, Mirtha Legrand retornó a los tradicionales almuerzos por América, en un año especial donde festejará los 40 años de permanencia en la pantalla con un hecho concreto: una plena vigencia.
El menú no cambia: glamour, polémicas, humor, show y música, como platos principales, pero sazonado, como en los últimos tiempos, por las preguntas a “quemarropa” y sin “anestesia” de Mirtha, que muchas veces logran atragantar a sus invitados.
Y donde la reina del mediodía más se luce es cuando los componentes de esa mesa tienen que ver con la política. En su semana de regreso a la TV la que estuvo contra las cuerdas fue justamente la vicejefe de Gobierno porteño, Gabriela Michetti.
Allí, la Legrand cuestionó a la funcionaria sobre los primeros meses de gestión del gobierno que encabeza Mauricio Macri y se centró en los baches y la suciedad de la ciudad, para luego sentenciar que "no está bueno, Buenos Aires”, un golpe al mentón del slogan PRO por excelencia.
Al día siguiente, Mirtha se disculpó por la “presión” periodística a la que sometió a Michetti, para con quien aclaró sentir un “gran afecto”, para luego sentenciar: ”Ya saben, no puedo callar lo que ustedes también quisieran opinar”.
En ese rico almuerzo político también estuvieron Elisa Carrió, el periodista Luis Majul y el presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, con quienes analizaron la problemática del campo con duras opiniones contra el gobierno nacional.
En esa misma línea, en el programa inaugural, Mirtha no se privó de hacer hablar con total libertad de la actualidad nacional a dos humoristas que se suman a la escuela de personalidades “sin pelos en la lengua”: Enrique Pinti y Antonio Gasalla.
Esta Mirtha contagia, gusta, invita a verla con ganas y demuestra que, los años, como los buenos vinos, mejoran un producto que, es cierto, comenzó el 4 de junio de 1968 en Canal 9 como un típico programa de interés general y sin permitirse ninguna profundidad.
Sin embargo, los que creen que Mirtha cambió en los últimos años no saben o se olvidan que ya en los '70 había sido perseguida por ciertas actitudes en su programa.
El 6 de noviembre de 1972, cuando entrevistaba en su mesa a un cirujano, Mirtha habló del “partido peronista” y en el bloque siguiente sufrió la interrupción en escena del propietario de canal 9, Alejandro Romay, quien la increpó en cámara por haber hecho una “pregunta política”.
“Que lindo sería poder trabajar donde haya libertad”, le respondió Mirtha, quien al día siguiente fue reemplazada por Orlando Marconi, mientras que dos años después, en 1974, ya en el gobierno de Isabel Perón, al nacionalizarse los canales, se le prohibió la entrada al 13 y fue echada casi a los empujones.
Mirtha perdona pero no olvida, y a tres décadas de esos hechos mira para adelante y asegura querer disfrutar día a día su legendario ciclo.
Esta semana nos enteramos de su propia boca que si tuviera “20 años menos sería candidata a jefa de Gobierno porteño” y que en los '70, su marido Daniel Tinayre fue también una víctima de la Triple A.
La cita invita a seguir escuchándola, a pesar de que se repita –porque al fin y al cabo el público se renueva- y a seguir creyendo que es verdad que su programa “trae suerte”.
Mirtha está más vigente y divertida que nunca, y se lleva el respeto y la admiración de propios y ajenos.
Será por aquello que anuncia como una definición sintética de su propia vida: “En el fondo me gusta mucho ser Mirtha Legrand”.

ROB/

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